Cuando muere un ser querido
SI USTED ha perdido a un ser querido, puede que también haya sentido tristeza, soledad e impotencia, y quizás incluso ira, culpa y miedo. Es posible que hasta se haya preguntado si aún vale la pena vivir.
Puede estar seguro de que llorar la pérdida de alguien no es señal de debilidad. En realidad, es señal de que esa persona significaba mucho para usted. Ahora bien, ¿es posible sentir cierto grado de alivio?
QUÉ HAN HECHO ALGUNAS PERSONAS
Aunque le parezca que nada calmará su dolor, las siguientes sugerencias tal vez lo ayuden.
DARSE TIEMPO PARA LLORAR
No todo el mundo vive el duelo de la misma manera ni durante la misma cantidad de tiempo. Sin embargo, llorar puede ser una vía de escape. Vanessa, mencionada antes, comenta: “No hacía más que llorar. Necesitaba desahogarme”. Sofía, que perdió a su hermana de manera inesperada, dice: “Enfrentarme a mis pensamientos y sentimientos es algo muy doloroso. Es como dejar que te abran una herida infectada para limpiarla bien. El dolor es casi insoportable, pero es necesario hacerlo para que sane la herida”.
EXPRESAR LO QUE PIENSAN Y SIENTEN
Es normal que, en ocasiones, usted no quiera estar con nadie, pero el duelo es una carga demasiado pesada para que la lleve solo. Jared, un joven de 17 años que perdió a su padre, recuerda: “Creo que lo que decía no tenía demasiado sentido, pero me ayudaba mucho hablar de mis sentimientos con otros”. Janice, citada en el primer artículo, menciona otro beneficio: “Poder hablar con alguien fue un gran consuelo. Me sentí comprendida y menos sola”.
ACEPTAR AYUDA
Una doctora dice: “Quienes permiten que sus familiares y amigos los ayuden a superar las primeras etapas del duelo normalmente superan las siguientes etapas con más facilidad”. Dígales a sus amigos qué cosas pueden hacer para ayudarlo. Es probable que quieran hacerlo, pero no sepan cómo (Proverbios 17:17).
ACERCARSE MÁS A DIOS
Tina confiesa: “Cuando el cáncer se llevó repentinamente a mi esposo, perdí a la persona en la que más confiaba y empecé a contarle todo a Dios. En cuanto me despertaba, le pedía que me diera fuerzas para llegar al final del día. Dios me ayudó de tantas maneras...”. Tarsha, que tenía 22 años cuando murió su madre, recuerda: “Me consolaba mucho leer la Biblia todos los días. Siempre me hacía pensar en algo positivo”.
IMAGINARSE LA RESURRECCIÓN
Tina dice: “Al principio no hallaba consuelo en la esperanza de la resurrección. Yo necesitaba tener a mi esposo en ese momento y mis hijos necesitaban a su padre. Sin embargo, ahora, cuatro años después, me aferro a esa esperanza. Es lo que me ayuda a seguir adelante. Imaginarme nuestro reencuentro hace que me sienta feliz y en paz”.
Es probable que usted no sienta alivio de inmediato, pero las palabras de Vanessa quizá lo consuelen. Ella comenta: “Crees que no lo vas a superar, pero siempre hay días mejores”.
Recuerde: aunque es posible que nada llene el vacío que usted siente, vale la pena vivir. Con la ayuda de Dios, aún puede disfrutar de la compañía de sus amigos y de una vida con propósito. Pronto, Dios resucitará a los muertos. Él quiere que usted vuelva a abrazar a sus seres queridos y que el dolor que ahora siente desaparezca para siempre.