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“¡Escríbanle a Anton!”

“¡Escríbanle a Anton!”

“¡Escríbanle a Anton!”

● En Schelkan, un aislado pueblo del territorio de Stavropol (Rusia), vivía un adolescente testigo de Jehová de nombre Anton. Desde pequeño padecía distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad incurable que debilita rápidamente los músculos y suele causar la muerte de los afectados antes de que lleguen a los 20 años de edad. A los 9, Anton ya no era capaz de caminar o incorporarse siquiera.

Yevgeni y su esposa, Diana, lo conocieron al visitar la congregación a la que él asistía. “Físicamente, Anton se veía muy frágil —comenta Diana⁠—, pero espiritualmente era un roble. Como su hermano mayor había fallecido de la misma enfermedad a los 19 años, sabía que no le quedaba mucho tiempo. Sin embargo, eso no le quitaba lo alegre y optimista.”

Diana y su esposo le recomendaron que escribiera cartas a la gente de otros pueblos remotos a fin de aumentar su participación en el ministerio. Anton siguió el consejo: en 2005 envió unas quinientas. No obstante, para su gran decepción, no hubo una sola respuesta. Aun así, siguió escribiendo y pidiéndole fervientemente a Dios que le ayudara a hallar la manera de ser un ministro productivo a pesar de sus circunstancias.

Cierto día, leyó en un periódico la carta de una señora enferma que estaba necesitada de consuelo, así que decidió escribirle a través del periódico. En su carta, parte de la cual fue publicada, decía: “A pesar de que sufro una enfermedad incurable, leer la Biblia me permite ver el futuro con confianza. Me encanta recibir cartas y siempre las espero”.

La señora leyó el mensaje de Anton en el periódico y, conmovida, volvió a escribir. Su respuesta se publicó en una columna titulada: “¡Escríbanle a Anton!”. En ella expresó su agradecimiento por los comentarios tan espirituales del joven, y añadió: “¡Tenemos que ayudarlo! Escríbanle. El muchacho necesita oír palabras de aliento”. Al final aparecía la dirección del joven.

Al poco tiempo empezaron a llover cartas en la pequeña oficina postal de Schelkan: ¡hasta 30 por día! Procedían de Rusia, así como de los países bálticos, Alemania e incluso Francia. “¡Anton no cabía en sí de la alegría! —recuerda Diana⁠—. Ahora tenía muchísimas personas a las cuales escribir acerca de sus creencias.”

Anton pasó más de un año dando a conocer las verdades de la Biblia a quienes se habían comunicado con él. Cuando empezó a perder fuerza en las manos, tuvo que dictar sus mensajes. Falleció en septiembre de 2008 a los 20 años de edad. Su extrema debilidad física lo tenía confinado en su casa, pero su fe y su amor por el ministerio le permitieron llegar muy lejos y enriquecer la vida de cientos de personas.