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Ya van mil Salones del Reino

Ya van mil Salones del Reino

En agosto del 2013, los testigos de Jehová de Filipinas terminaron de construir un Salón del Reino muy especial. ¿Por qué era especial? Porque era el número 1.000 que se construía allí gracias a un singular programa. Las congregaciones de ese país —y de muchos otros— no suelen disponer de los recursos ni de la mano de obra necesarios para construir lugares de reunión permanentes. De hecho, algunas congregaciones filipinas celebraron por años sus reuniones en casas particulares o en pequeñas edificaciones de bambú.

El Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová estableció en 1999 un programa de construcción para satisfacer la creciente necesidad de Salones del Reino, pues en muchos países —como Filipinas— la cantidad de Testigos no dejaba de crecer. El objetivo de este programa es ayudar a las congregaciones de países con recursos limitados. Las congregaciones contribuyen lo que pueden para la construcción de su Salón del Reino, y el resto del dinero proviene de donaciones de Testigos de otros países. Además, se organizan grupos de trabajadores con experiencia para colaborar en la construcción. En Filipinas, este programa comenzó a funcionar en noviembre del 2001.

Iluminado es un Testigo de una congregación de Marilao (provincia de Bulacan), donde se construyó el Salón del Reino número 1.000. Él dice: “Me he dado cuenta de que de verdad somos una hermandad. Vinieron muchos hermanos a ayudarnos; había hombres, mujeres, jóvenes y mayores. Trabajamos juntos al sol y pasamos mucho calor. Y aunque al final del día estábamos agotados, nos sentíamos muy satisfechos por todo lo que habíamos logrado”.

El esfuerzo de los voluntarios no solo asombró a los Testigos del lugar. Por ejemplo, el dueño de un camión que suministraba arena y grava a la obra dijo: “Ustedes son como un ejército de hormiguitas. Todo el mundo está trabajando. Nunca había visto nada igual”.

El Salón del Reino ya terminado

Desde que se comenzó a levantar la estructura hasta que se completó la obra pasaron menos de seis semanas. Gracias a la corta duración de las obras, los Testigos de Marilao pudieron seguir predicando con celo las buenas noticias del Reino de Dios, la labor más importante de todas (Mateo 24:14).

Ellen, una Testigo de la localidad, cuenta: “En el salón viejo no cabíamos todos, y muchas personas tenían que sentarse fuera. Pero el nuevo es precioso y mucho más cómodo. Ahora todos aprovechamos mejor la enseñanza y el ánimo que se nos da en las reuniones”.